martes, 21 de abril de 2015

Fin del Camino 2015



El año pasado completé con Chuqui el recorrido del camino francés hasta Santiago de Compostela. Una buena gesta que desde luego nos acompañará siempre. Pero teníamos en la cabeza la idea de poder emular aquellos peregrinos que, completado el camino, seguían sus pasos hasta el Finis Terrae, el fin del mundo.  Durante muchos siglos fue el límite del mundo conocido, un lugar mágico y lleno de leyendas donde el ser humano no podía más que llegar pero no continuar. Y aunque Santiago fue el destino principal de los peregrinos, hay abundante documentación que recoge cómo parte de esos mismos caminantes, hacía por llegar al fin del mundo, contemplar cómo ese dios majestuoso llamado Sol se ponía día tras día en una ceremonia imposible de narrar. Celtas y romanos, viajeros conocidos como León de Rosmithal, Erich Lassota, el clérigo boloñés Doménico Laffi y vestigios conocidos como los antiguos hospitales de peregrinos que jalonaban esta ruta (el de la propia aldea de Hospital en Dumbría, los de Cee, Corcubión o  Fisterra) testimonian su llegada. En el libro III del Codex Calixtinus aparece la ciudad de Dugium - la actual Duio fisterrana - donde los discípulos piden permiso al prefecto, sin éxito, para enterrar el cuerpo de Santiago.
Parece, en vista de tanto vestigio, que algo podía quedar inacabado si no
hubiéramos podido completar este epílogo. Además, cómo íbamos a  renunciar a dejar nuestros sentidos sin la posibilidad de ver el mayestático océano! Tras kilómetros y kilómetros en nuestros pies, quién puede resistirse a ese regalo a los sentidos que supone contemplar ese azul oceánico, oir el rugir de las olas romper, contemplar el contraste con el verde galego de sus estribaciones, meditar qué deberían pensar aquellos primeros peregrinos cuando vieron seguramente por vez primera el océano, llenos de polvo y cansancio!. Es por ello que procedimos a planificar este Camino 2015 que nos ha llevado desde la única y sin par Santiago de Compostela al fin del mundo. Debo confesar de antemano y a posteriori cierta decepción debido a dos cuestiones menores para un amante del camino, pero decepciones al fin: primero en referencia al trazado escogido, ya que en ningún otro tramo del camino se había dado tal porcentaje de hollar tanto asfalto como aquí. Y entiendo que de forma gratuita, pues nuestros ojos eran testigos de recorridos profundamente gallegos y no tan urbanitas; segundo, por el poco esmero en la señalización, más que cuidado en otras tierras, y que no debe producirse ni en sacra o pagana terra galega. 

Por lo demás, hemos transitado por aldeas y parroquias, carballeiras y eucaliptus, bosques y ríos, cruzado puentes y descendido cimas, subido mares (el Mar da Ovellas), vivido amaneceres (Negreiroa) y puestas de sol (Fisterra), rodeado montes (el Monte Aro, por designio de su amo), disfrutado de la hospitalidad y del caldo y cocido galego (en Olveiroa), pasado por Hospital (la aldea a la que hacíamos referencia), recorrido la histórica Dumbría, fotografiado un hórreo de 27 metros (en San Martiño de Ozón), contemplado la bella iglesia románica de San Xulián de Moraime, mojado los pies –alguno- en Muxía (playa de Espiñeirido) tras llenar de emoción los sentidos al ver el Atlántico en nuestras retinas, ejercitado el sentido de la orientación (con las dobles fechas Fisterra-Muxía), pasado por el primer mójon de kilómetro 0 del camino, bailado y bebido en Fisterra –algunos-..…Fisterra! El fin!!, Cómo poder olvidar esa puesta de sol! Cómo poder olvidar el sentimiento de llegar, de completar una meta, una emoción, una agitación! Quemar alguna de nuestras pertenencias de caminante en ese rito purificador que nos acerca a nosotros mismos!

Hemos completado nuestro camino de este año con Richi y María, dos enormes personas. Sin duda para ellos ha sido especial: por vez primera se disponían a hacer parte del camino como caminantes de este proyecto -aunque María ya había hecho camino de Sarria a Santiago en otras condiciones-. No puedo más que agradecerles su compañía, su paciencia y disposición, pues no es fácil compartir ni es fácil someterse al conjunto. Pero además han aportado su forma de ser, su corazón y sacrifico, sus risas y pensamientos, enriqueciendo sin duda el camino y al resto con sus ocurrencias, su sabiduría y con momentos impagables. De Javier, no puedo más que mentarle y dejarlo ahí: me ha acompañado y hemos completado los dos el camino desde aquel lejano día en Saint Jean Pied de Port, estando a mi lado en todo momento. No tendría papel
suficiente para agradecer su esfuerzo, sacrificio, raciocinio, paciencia y estímulo. Es un hermano. Y como él comentaba en su entrada, no son muchas las ocasiones que tiene el ser humano de culminar aquel propósito que concibió. Y él y yo hemos logrado completarlo. Me basta haber compartido la puesta de sol en Fisterra tras tanto polvo en nuestras botas. 



Aquí dejo por fin el fin de este blog de nuestro camino francés. Lo iniciamos el 2011 como un atrevimiento, como una apuesta para conocer su influjo y su ascendiente. Lo dejamos aquí el 2015, tras más de 960 kilómetros en nuestros pies. Y como bien mentaba el encabezamiento de este blog, “algo de mí queda en el camino; algo del camino queda en mí”. 

 











Hasta pronto!! Buen camino.

domingo, 19 de abril de 2015

Fin del camino Fisterra



Los antiguos realizaban tres ritos de purificación: bañarse en el océano, para quitarse el polvo de todo el camino, limpiarse externa e internamente de los avatares y pensamientos; ver la puesta de sol, como el ir y el devenir, la muerte del astro y su nacimiento milagroso día tras día, como el levantarse del caminante, día tras día, y por último, quemar su ropa, un rito en que se deshace de todo lo material, un momento iniciático en donde da comienzo una nueva vida, dejando atrás con el fuego purificador todo lo dañino, todo lo pasado, todo lo enfermo, todo lo doliente. Junto al Faro, en las rocas que asoman al mar pueden verse indicios de pequeñas hogueras con restos carbonizados. Al atardecer podéis coincidir con algún peregrino que se encuentre reduciendo a cenizas parte de sus pertenencias. La tradición “obliga” a quemar alguna prenda de ropa que se haya vestido durante las etapas del camino como símbolo de la renovación interior que todo peregrino sufre en el Camino de Santiago. Se quema lo viejo para dar cabida a lo nuevo. 

          

Fin del camino 2015



Se ha acabado el Caminito 2015. Salimos de un lugar mítico, mágico, imponente, Santiago,  y llegamos a tocar el agua del Atlántico, a ver su luz, su matiz, su olor. A buscarle sin verlo desde las lomas galegas... Estoy seguro que a pesar de nuestras notas, nuestras imágenes, nuestras grabaciones y nuestros comentarios vertidos en el blog, no hemos sido capaces de hacer llegar la simpatía, la emoción, el cansancio, el pensamiento, el hastío a veces, que hemos pasado estos días recorriendo el camino.
Como ya saben aquellos que lo conocen, el camino, es mucho camino. He disfrutado como el resto de tramos el camino de este año. Y como cada año, me quedaré dentro me, muchos momentos vividos, muchos gestos de los compañeros, que, sin querer, demuestran qué bonita que es la vida. Quiero agradecer a Richi, a María y a Javier, haberme dejado compartir con ellos este trecho del camino. Un placer. Crecemos constantemente en este mundo que nos ha tocado vivir. Pero qué bueno es hacerlo con aquellos que aprecias y de quien puedes aprender! A sus pies!

jueves, 9 de abril de 2015

Etapa 5: Día de ocio en Rías Baixas

Tras una noche loca en la que Richi, María y Chuqui bailaron con la Orquesta maravillas -mis ampollas y cansancio me impedían nada más que mover el codo hasta la boca para saborear un gin-tonic (o dos)-, nos levantamos al día siguiente para gozar de nuestro organizado día de asueto y ocio tras nuestros 120 kilómetros y haber cumplido llegando al fin del mundo. Nos depedimos de Fisterra con un buen desayuno peregrino en un bar al lado del puerto y emprendimos marcha a nuestra primera parada, Santiago, donde nos esperaba el hermano de María. María había decidido pasar el día con la familia, a la que profesa un impresionante cariño -creo que totalmente correspondido-, así que su hermano se acercó a recogerla a la capital compostelana para llevarla a Teixeiro. Tras dejarla en tan buenas manos, emprendimos marcha hacia as Rías Baixas, destino.....ahhhh, ahí nos encontramos con las intratables señalizaciones galegas!!! Para donde voy? Vengo? Qué dice el rótulo? Pero..., cómo??. Sansenxo? Increíble. Habrá que llamar a Iker del cuarto milenio, porque hay cosas de dudosa explicación!. En cualquier caso, ahí estábamos en la carretera, pasamos por autovía y luego carretera, camino del sur, de nuestro marisco y albariño bien ganado. Ahí nos encontramos con Padrón en fiestas (cómo costó cruzarla!), pero fue una retención que nos haría gozar más tarde de nuestros destinos: Cambados (parada, fonda y albariño a la butxaca), O Grove (parrillada de marisco al buche!), A Toxa (breve paseo por la esquilmada isla) y Combarro (qué pueblo!!, precioso de lo más!). Al fin, sobre las ocho y media, vuelta desde Combarro a Santiago, cena con pulpo, pincho moruno, jamón asado, y cerveza a raudal, gin tónic final, traca y mocador!). 


Etapa 4: Faro de Finis Terrae y puesta de sol

Os dejo estas buenas imágenes que intentan, malamente, captar algo de lo que vivimos desde el Faro de Fisterra. Un lujo, oiga usted!

Etapa 4: Ascenso al Faro de Fisterra

En Fisterra, vivimos unos momentos inolvidables. Sólo llegar con el coche, me dirigí al albergue. Allí ya estaba en la puerta Javi esperando. Me acompañó a dejar la mochila y dentro estaba María descansando. Richi por su parte y tras alguna vuelta por el pueblo, se había marchado a ver la puesta de sol que según habían comentado los lugareños, era cosa digna de ver. Así que casi sin caer la mochila al suelo....ya estaba saliendo por la puerta!!. Hala! Desde las siete menos cuarto de pie, 30 kilómetros a ritmo de 5 km/hora, un autobus de tres horas y cuarto a Santiago, un viaje en coche de casi hora y media por carretera de Santiago a Fisterra, y ahora tres kilómetros andando de subida al Faro de Fisterra para ver la puesta de sol. Eso sí, con alegría!!. A la salida me acordé: "Osti, la bufanda del Sants!".
"Ya te la busco yo", me comenta Chuqui, y se va a buscarla. No se yo si hubiera vuelto por mis pasos, así que los del Infantil C del Sants ya sabéis que le debéis una caja de cervezas a Javier sin el cual no hubiera salido esta estupenda fotografía con la bufanda del Sants propieda de Angel Font al Faro del fin del mundo. Tras la subida de tres kilómetros a ritmo, llegamos al faro. Es uno de los momentos que guardaré con más emoción: tras más de 1.000 kilómetros a pie, veíamos el Atlántico desde un lugar mítico, azul, majestuoso, imponente!!. Rodeados de muchos caminantes y curiosos que esperaban el momento para contemplar un espectáculo de la naturaleza que es necesario vivir: la puesta de sol en Fisterra!!. Como el sol se oculta a su camita, como sin querer, como queriendo mostrarnos los matices de la vida, transformando poco a poco el horizonte azul
en un ténue y luego vivo naranja, mientras a nuestros pies el color del océano se convierte en mil tonos rugientes de alfombra viva: un lujo total para nuestros sentidos!. Buscamos posición, tras fotografiarnos con otro símbolo de la zona, la bota del peregrino, hecha de metal y bien fijada a una roca, y que es estampa contínua y símbolo de la llegada del peregrino tras su tenaz viaje. Gozamos como locos los tres (lástima no estuviera María) con aquella exposición. Richi se grabó un video fenomenal y luego comentaría en su entrada "Ya me puedo morir". No acabaría aquí nuestra aventura en el Faro.